DIVULGACIÓN: Miel. Propiedades Beneficiosas.

 In Divulgación

Seguimos con esta sección, agradecer de nuevo a Miguel Minguet, que está realizando las prácticas de empresa del Máster en Biotecnología Avanzada de la Universidad de Málaga con nosotros.

Prácticas de empresa

Miguel Minguet, alumno del Master de Biotecnología Avanzada de la UMA, junto a Eva Gómez, directora técnica del Aula Bee Garden

Hoy hablamos de las propiedades de la miel

Antitusígeno

La tos es uno de los problemas con los que más lidian los médicos de familia: es disruptiva e impide dormir a los niños y a los padres. Más de la mitad de los niños menores de 12 años usan uno o más productos sin receta contra la tos en una semana dada(Goldman, 2014). Un meta-análisis de Cochrane de 8 ensayos pediátricos no demostró ninguna evidencia a favor o en contra del uso de medicamentos sin receta(Smith, Schroeder and Fahey, 2012).

En otro ensayo pediátrico, dos de los antitusígenos más comunes, dextrometorfano y difenhidramina, no demostraron más eficacia a la hora de disminuir la tos que el placebo administrado a los niños (Paul et al., 2004). Otro antitusígeno, la codeína, puede suprimir la tos actuando a nivel del sistema nervioso central. Sin embargo, no existe evidencia de que sea mejor que un placebo para la tos aguda en niños, y su perfil de seguridad la hace inadecuada para recetar a los niños(Goldman, 2010).

Hay cada vez más evidencias de que una sola dosis de miel puede reducir la tos en niños. En 2007, Paul et al. reportó que la miel resultó ser mejor que el dextrometorfano para reducir la frecuencia y la molestia de la tos. En otro estudio, después de administrar una dosis de 2,5 mL antes de dormir a niños de entre 2 y 5 años, la frecuencia de la tos disminuyó más en los niños que recibieron miel que en los que recibieron sólo un tratamiento de apoyo. Además, la miel resultó ser más eficaz que el dextrometorfano y la difenhidramina (Shadkam, Mozaffari-Khosravi and Mozayan, 2010).

En otra revisión de Cochrane de 2 ensayos aleatorizados, la miel resultó ser mejor que el placebo, algo mejor que la difenhidramina e igual que el dextrometorfano para reducir la frecuencia de la tos (Oduwole et al., 2018). En un estudio realizado en Israel, los padres de los niños que recibieron miel como tratamiento reportaron que la frecuencia, la severidad de la tos, las molestias asociadas y la calidad del sueño de sus hijos mejoró después del tratamiento (Cohen et al., 2012).

Muchos antitusígenos usados en niños conllevan riesgos potenciales: se han reportado casos de insomnio en niños tras la administración de dextrometorfano, y el uso de difenhidramina trae aparejado somnolencia(Paul et al., 2004).  La miel no es cara y su perfil de seguridad es bastante bueno, aunque puede contener esporas inactivas de Clostridium botulinum, que se pueden transformar en bacterias productoras de toxina en niños de menos de 1 año, causándoles botulismo (Shapiro, Hatheway and Swerdlow, 1998).

 

Regulación glucémica

El mecanismo exacto por el que la miel produce un efecto hipoglucémico no está estudiado en su totalidad. Se ha sugerido que la lenta absorción de los azúcares en el intestino se debe a la cantidad de carbohidratos glucémicos (o disponibles) presentes en la miel(Ahmad et al., 2008)(Vosloo, 2010). También se ha asociado el efecto hipoglucémico de la miel al peróxido de hidrógeno presente en la misma, que actúa como insulina(Hayes and Lockwood, 1987). Igualmente, el efecto glucémico se ha asociado con que la miel reduce los niveles de prostaglandinas (uno de los principales inhibidores de la insulina) y aumenta los de óxido nítrico, que estimula la secreción de insulina(Yaghoobi, Kazerouni and kazerouni, 2013).

Algunas sustancias presentes en la miel, como la crisina y sus derivados, podrían actuar como agentes hipoglucémicos en casos de diabetes (Shin et al., 1999). Otros compuestos como la miricetina se han asociado a la estimulación de la lipogénesis y el transporte de glucosa en el tejido adiposo (Ong and Khoo, 1996). Una serie de compuestos presentes en la miel como la quercetina o el kaempferol tienen un efecto hipoglucémico e insulinomimético (Fang, Gao and Zhu, 2008).

 

Efecto antimicrobiano

La miel tiene actividad antibacteriana, antiviral, antiparasítica y antifúngica. Se ha documentado actividad antibacteriana contra las especiesEscherichiacoli, Pseudomonas aeruginosa,Salmonella typhi, Streptococcuspneumoniae tipo β, StaphylococcusaureusyVibrio cholerae, además de actividad antifúngica contra Candidaalbicans(Montenegro et al., 2009).

Una de las principales causas del efecto antimicrobiano de la miel es su poca cantidad de agua, que inhibe el crecimiento de las bacterias. Asimismo, la glucosa oxidasa, el peróxido de hidrógeno y la alta viscosidad están implicados en la actividad antibacteriana de la miel (White, Subers and Schepartz, 1963), así como el alto contenido de azúcar, que aumenta la presión osmótica destruyendo a los patógenos (Khan, Naz and Abudabos, 2017). El peróxido de hidrógeno se destruye mediante calor o luz y se degrada mediante la acción del ácido ascórbico, la catalasa o los iones metálicos.

También influyen en la actividad antibacteriana de la miel la presencia de ácidos orgánicos, como el ácido glucónico, y de ácidos aromáticos; de flavonoides y de polifenoles. Por ello, hay mieles que retienen la actividad antibacteriana incluso en presencia de catalasa, luz o calor, y reciben el nombre de mieles sin peróxido. Destaca la miel de Manuka, una miel eficaz contra cepas resistentes a meticilina de S. aureus(Russell et al., 1990). La actividad antibacteriana de dicha miel radica en la presencia de un compuesto dicarbonilo llamado metilglioxal, que es un metabolito muy citotóxico (Khan, Naz and Abudabos, 2017).

La actividad antiviral de la miel se ha documentado en pacientes con lesiones de herpes, en los que la aplicación de miel en la piel resultó ser mejor que la de aciclovir (Al-Waili, 2004). La miel también se ha usado en pacientes de herpes zoster para prevenir una infección bacteriana secundaria en la piel (Simon et al., 2009). Critchfield reportó que la crisina, la apigenina y la acacetina, presentes en la miel, inhiben la activación del virus de inmunodeficiencia humana (VIH)-1, probablemente mediante la inhibición de la transcripción viral (CRITCHFIELD, BUTERA and FOLKS, 1996).

Otros flavonoides de la miel, como la quercetina y la rutina exhiben actividad antiviral contra el herpes simplex virus (HSV), el poliovirus, el virus sincitial y el sindbis virus (Selway, 1986). El mecanismo propuesto de la acción antiviral de la miel es la inhibición de la polimerasa viral y la unión a las proteínas de la cápsida y al ácido nucleico viral (Selway, 1986).

 

Actividad antioxidante

Las especies reactivas de oxígeno (ROS, Reactive OxygenSpecies) se producen en las reacciones enzimáticas de la célula y son neutralizadas normalmente por el sistema antioxidante de defensa endógeno. Cuando la producción de ROS es más grande que la capacidad antioxidante interna se produce estrés oxidativo (Khan, Naz and Abudabos, 2017). Enfermedades como la diabetes, la hiperlipidemia o la hipertensión se asocian con una producción alta de ROS, por lo que algunos científicos buscan fuentes naturales de antioxidantes, que reduzcan o prevengan el impacto del estrés oxidativo.

Muchos estudios demuestran que la miel puede reducir el estrés oxidativo(Beretta, Orioli and Facino, 2007)(van den Berg et al., 2008), y una de sus ventajas respecto a los antioxidantes vegetales radica en su sabor dulce, que puede atraer a los consumidores más reticentes (Khan, Naz and Abudabos, 2017).

La miel posee actividad antioxidante debido a la presencia de catalasa, ácido ascórbico, flavonoides, oxidasa, derivados de carotenoides, ácidos fenólicos, ácidos orgánicos y aminoácidos (Al-Mamary, Al-Meeri and Al-Habori, 2002)(Beretta et al., 2005). Algunos de los polifenoles presentes en la miel con una potente actividad antioxidante son el ácido cafeico fenetil éster (CAPE, por sus siglas en inglés), la quercetina, el kaempferol, la crisina, la acacetina o la galangina(Jaganathan and Mandal, 2009). En un estudio(Khalil and Sulaiman, 2010), el consumo de miel a 1,5 o 1,2 mg/kg peso corporal incrementa la actividad antioxidante del cuerpo en la forma de vitamina C, β-caroteno, ácido úrico y glutatión reductasa. Otro estudio (Al-Waili, 2003) también describe que la miel produce un incremento de la capacidad antioxidante en las personas en las que se miden los parámetros anteriores (vitamina C, caroteno…).

En el estudio de Beretta et al. el efecto protector de la miel se manifestó en la reducción de la cantidad de radicales cumoperoxilo y de cumoxil lipofílico, además de la inhibición de la oxidación de la membrana celular. La causa de dicho efecto protector fueron los ácidos fenólicos y los flavonoides presentes en la miel (Beretta, Orioli and Facino, 2007). Los antioxidantes de la miel ejercen su actividad mediante la reducción o la eliminación de los ROS, pudiendo reducir por tanto la incidencia de patologías asociadas con el daño que provocan los radicales libres (Beretta, Orioli and Facino, 2007).

No obstante, el mecanismo exacto por el que la miel ejerce su efecto antioxidante no está del todo caracterizado. Las teorías postuladas son: donación de hidrógeno, secuestro de radicales libres, inhibición de la actividad enzimática asociada a la reacción de iniciación, interferencia con la reacción de propagación, quelamiento metálico y actuación como sustrato de los radicales libres y ROS(Havsteen, 2002)(Middleton, Kandaswami and Theoharides, 2000)(Viuda-Martos et al., 2008). Los flavonoides poseen un reconocido efecto antioxidante, secuestran radicales como el superóxido, el oxígeno singlete y el lípido peróxido (Rafat Husain, Cillard and Cillard, 1987)(Robak and Gryglewski, 1988)(Kandaswami and Middleton, 1994).

Por todo lo mencionado en este apartado, la creciente tendencia de sustituir la miel por el azúcar podría mejorar el nivel de defensas antioxidantes de la población (Al-Waili, 2003).

 

Actividad antiviral frente al virus de la gripe

El estudio de Watanabe et al. demuestra que distintos tipos de miel inhiben la replicación del virus influenza A H1N1. Entre dichos tipos destaca la miel de Manuka, cuya IC50 es la menor de todas las mieles ensayadas y demuestra actividad viricida tiempo-dependiente. Para determinar si la miel de Manuka afecta a la propagación del virus, se realizaron ensayos de placas de inhibición. El número de placas se redujo significativamente cuando el virus fue tratado con miel de Manuka antes de la infección, lo que sugiere que dicha miel tiene una potente actividad viricida(Watanabe et al., 2014).

Se observaron también reducciones moderadas en el número de placas en las células que fueron tratadas durante la infección y después de la infección. Los autores también demostraron que la acción antiviral de la miel de manuka tiene un efecto sinérgico con la de dos fármacos: el oseltamivir y el zanamivir, puesto que dicha miel reduce significativamente los valores de IC50 de ambos fármacos (Watanabe et al., 2014).

Los autores del estudio descartan que la actividad viricida de la miel de manuka se deba a su concentración de azúcar, a su bajo pH o a la presencia de defensina-1 de abeja. Declaran que es posible que actividad viricida de dicha miel se deba al metilglioxal, aunque no descartan que el peróxido de hidrógeno tenga algo que ver con ello (Watanabe et al., 2014).

Diferencias medicinales entre la miel cruda y la miel pasteurizada

La miel cruda viene directamente de la colmena, el único proceso al que se somete es una filtración para eliminar residuos. La miel pasteurizada, en cambio, se somete un calentamiento, es la que se vende en las estanterías de los supermercados y puede contener azúcares añadidos. Aunque no hay grandes trabajos que afirmen que la miel cruda es más nutritiva que la pasteurizada, algunas investigaciones breves apuntan en esta dirección. La pasteurización (y también la microfiltración) de la miel puede reducir o eliminar la presencia de los siguientes compuestos en la miel: polen de abeja, própolis, vitaminas y minerales, enzimas funcionales y antioxidantes(Berry, 2019).

Aunque no hay estudios específicos sobre cómo la pasteurización cambia los niveles de antioxidantes en la miel, existen estudios que demuestran que el calentamiento puede reducir los niveles de antioxidantes en otras comidas (Murador et al., 2018). También existen estudios que demuestran que algunas mieles comerciales se adulteran con siropes vegetales, como el de arroz marrón (Musharraf et al., 2016). En España además ocurre que la normativa actual sobre etiquetado de las mieles posibilita el fraude y crea una total falta de información al consumidor sobre el producto que consume (Claro, 2019). Tampoco se especifica en ninguno de los estudios consultados en este informe si la miel ensayada es cruda o pasteurizada, cosa que sería interesante saber.

Efecto anti-inflamatorio

El efecto antiinflamatorio de la miel ha sido señalado por diversos estudios durante los últimos 30 años.En uno de esos estudios, se observa que la ingestión de 70 g de miel reduce el tromboxano y la prostaglandina (PG)F2α, ambos mediadores pro-inflamatorios(Al-Waili and Boni, 2003). El efecto anti-inflamatorio de la miel también se observa contra la enfermedad inflamatoria intestinal(Bilsel et al., 2002). Este efecto se ha asociado a la reducción de los radicales libres producidos en el sitio de inflamación y a las propiedades antibacterianas de la miel (Khan, Naz and Abudabos, 2017).

La actividad antiinflamatoria de la miel también se ha observado en estudios microscópicos en modelos animales, en los que se observa un menor número de leucocitostras el tratamiento(Molan and Betts, 2004). Al reducir la inflamación, el tratamiento con miel evita las supuraciones y los edemas, lo que produce además una reducción del dolormediante la reducción de los niveles de prostaglandinas (Simon et al., 2009). En las heridas se produce un aumento de la actividad proteasa, que es eliminado por la acción de la miel para promover la cicatrización(Khan, Naz and Abudabos, 2017).

Uno de los flavonoides más importantes de la miel es la galangina, que puede inhibir la actividad ciclooxigenasa (COX) y la lipo-oxigenasa (Viuda-Martos et al., 2008). Otro compuesto de la miel, el ácido cafeico fenetil éster (CAPE, por CaffeicAcidPhenethyl Ester), inhibe la producción de ácido araquidónico, otro mediador pro-inflamatorio (Mirzoeva and Calder, 1996).

 

Actividad anticancerígena

La quercetina, el kaempferol y la galangina, la apigenina y el CAPE, todos presentes en la miel, pueden inhibir el crecimiento de células tumorales HL-60 (Bestwick, Milne and Duthie, 2007). En el caso de la quercetina, este efecto está asociado a la inhibición de la tirosina protein quinasa (TPK) de membrana (Kang and Liang, 1997). La apigenina, por otra parte, provoca una disrupción en la fragmentación del ADN junto a un aumento en la liberación del citocromo c, además de un aumento en la activación de las caspasas 9 y 3 (Wang, Lin-Shiau and Lin, 1999). Por su parte, el CAPE actúa inhibiendo la síntesis de ADN, ARN y proteínas (Chen, Shiao and Wang, 2001).

La acacetina, otro compuesto de la miel, inhibe el crecimiento de células T de leucemia Jurkat a través de la activación de una cascada de caspasas (Watanabe et al., 2014). El mecanismo antitumoral de la miel está relacionado con la inducción de la apoptosis y sus efectos antiproliferativos. No obstante, quedan algunos interrogantes por resolver, como porqué la miel es anticancerígena si está compuesta mayoritariamente por azúcar, que es cancerígeno (Khan, Naz and Abudabos, 2017).

Efecto protector del sistema nervioso

Los polifenoles de la miel, gracias a su acción secuestradora de radicales libres, que son neurotóxicos, pueden combatir enfermedades neurológicas relacionadas con la edad (Cianciosi et al., 2018). Además, estos polifenoles pueden contrarrestar la deposición de proteínas mal plegadas, que son la base de enfermedades como el Alzheimer (Noratiqah et al., 2017).

La actividad antihipnótica de la miel se evaluó en ratones, administrándoles miel y seguidamente un barbitúrico. Los animales que tomaron miel tuvieron un tiempo de sueño más reducido que los que no la tomaron, además de que su ansiedad mejoró y sus convulsiones se redujeron (Akanmu et al., 2011). La miel también tiene un efecto antinociceptivo demostrado, pues los ratones que recibieron miel en otro estudio (Aziz et al., 2014) demostraron un aumento en sus umbrales del dolor, probablemente mediado por receptores opioides.

 

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